¿Y si soy el hombre de la pandereta? ¿Y si siete años es un tiempo considerable para no dejar de ser quien soy? ¿Y si me estoy negando todo lo que quiero en la vida? ¿Y si lo que hago no es lo que quiero hacer?
Quizá ha llegado el momento de quitarme la capucha de la cabeza y empezar a pensar en mi mismo antes que en todo lo demás.
Pero si que tengo clara una cosa: me sobran arrestos para volver.
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