Durante unos cuantos días, no fuí capaz de comprender lo que había pasado. Creo que los psicologos lo llaman estado de shock. En mi caso no fue así. Simplemente el tiempo se detuvo, no dormía, no comía, no estaba despierto, no estaba atento. Así que durante mas o menos 72 horas, hasta que todo hubo terminado, simplemente yo estaba, pero no era. Incapaz de comprenderlo, aunque la idea se intentaba abrir paso dentro de mi. Yo me cerraba, no lo pensaba, alejaos, alejaos, oscuros presagios.
Desperté bruscamente de rodillas, en el suelo, aterido de frío y dolor. Rodeado de gente a la que no conocía. Todo se había echado a perder para entonces. Su cara, pálida y amoratada. Aún puedo verla cuando cierro los ojos. Hermosa como solo alguién en su circunstancia puede estarlo. Fue incinerada una fría mañana de lunes, como hoy, con un sol pálido intentando abrirse camino entre las nubes del invierno. Su restos, transformados en humo los vi partir por el cielo de Castilla, rumbo a ninguna parte. Llevandose mis recuerdos, mi amor, mi cariño, mi ilusión. Llevándose mi vida. En ese momento es cuando me di cuenta de lo que había sucedido. Y sin embargo, algo se quedó dentro de mi. Quería respirar profundamente el aire que flotaba lleno de su último aroma.
El otro día encontré su bufanda en mi casa. Sabía el cajón en que la guardaba, pero jamás reunía el valor de mirar el armario. Como casi todo lo suyo, aún mantenía su aroma leve de flores. Una simple bufanda de lana de esa que pica. Testigo de su paso por este mundo. Junto a mi y mi casa azul. Yo he sobrevivido, soy otro, he cambiado de hábitos, de amigos, de mundo. Soy otro, soy otro, me repito. No creo ser ni mejor ni peor que entonces. Simplemente otro.
Pero el mundo sigue llevando dentro de sí algo intrinsicamente erróneo. Se que la Tierra sigue dando vueltas, que el Sol saldrá mañana. Y sin embargo no me sacudo la idea de que algo no funciona correctamente. Falta parte del engranaje. La máquina chirría y lo malo es que casi nadie se da cuenta de ello. Han pasado ya tantos días que uno pensaría que es hora de sanar.
Pero yo no me curo. Aunque intente disimular y sonreir pensando he sobrevivido. A algo así no puedes sobrevivir intacto.
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