En esas horas de vigilia cibernética, el mundo parece diferente. Los demás duermen. El mundo está silencioso. No existe la oscuridad ya, solo una luz digital rojiza que inunda el mundo de los sueños, inalcanzable para el RoboyCasiHumano. Inasequible al desaliento, el RobotCasiHumano analiza el mundo, poco a poco. Ve el agua de los ríos fluir, las emisoras de televisión programar telereality y a los panaderos amasando lo que mañana será pan. Lo ve todo. Sin sentimientos, sin pensamientos. Simplemente, ve y almacena. Todo queda para siempre en su mente, compleja y fría como un iceberg de datos.
El RobotCasiHumano se sienta y pasa las noches observando.
Quizá para siempre.
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