Ella decía siempre que en el fondo la vida no era mas que una canción. Como Jungleland, con sus partes tristes, sus partes divertidas y un final largo y sentido. Acompañada de piano, de saxo, de trombón o de armónica: no tiene demasiada importancia. A mi siempre me costaba comprender sus palabras cuando hablaba de esta manera mientras se fumaba lentamente un cigarro y dejaba suspendido el humo entre las paredes de su casa.
Años después, por fin he comprendido lo que quería decir: ahora, con casi 27 años, yo también me siento canción.
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