Cae la tarde invernal poco a poco. Y pienso en las decepciones. En todas: las que nos causan los demás y también en las que nos causamos a nosotros mismos. Al final, nadie resulta ser como uno pensaba. Incluso sin querer, todo el mundo acaba por herirte, por dejarte a un lado, por mostrarte un detalle de si mismos que no esperabas o por quitarle importancia a algo que para ti si la tiene.
Lo mas duro es cuando esas decepciones vienen de gente de la que nunca esperabas tal cosa. Esas personas por las que habrías puesto tu mano en el fuego, te habrías apostado tu casa....y al final, despues de mucho tiempo, te acaban fallando. Y claro, tu, en el fondo, eres uno de esos. Las decepciones mas tristes son las que nos causamos a nosotros mismos. Es duro no conocerse a uno mismo.
En dias como hoy, solo quiero meterme en la cama y dormir. Pero ni siquiera eso me sale, porque estoy demasiado nervioso como para poder descansar mas que un par de horas de puro agotamiento.
Se suponía que esta vida iba a ser otra cosa.
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