Estuve muchos años fuera de casa, tantos que perdí la cuenta. Aquella tarde, ya otoñal y húmeda, al abrir la puerta, todo olía a una mezcla de humedad y nostalgia. Pero tenía curiosidad por saber como era la casa en la que había vivido tantos años y tantas aventuras y desventuras.
Aquel olor extraño no era el mío ya, pero me gustó lo suficiente como para quedarme a dormir esa noche. Al meterme en la cama, una cama oscura que llevaba mucho tiempo sin usarse, encontré una carpeta llena de papeles viejos.
Y me quedé toda la noche leyendo.