Hoy, de repente, quizá porque es un día de niebla y no tengo buen humor, me he dado cuenta de que han pasado ya casi tres años de tus últimas risas. Siempre estás conmigo, siempre hay algo dentro de mi que me dice que en este mundo algo va terriblemente mal. En solo dos semanas estaré de nuevo en León, a donde solo voy para conmemorar tu existencia, recordando con desgarro tus postreros días.
Los recuerdos mas felices han sabido imponerse a las heridas que tu partida me dejó. No podía ser de otra manera, claro que no. Tu siempre fuiste mi alegría y debo lo que soy y como soy a que un día una princesita llamada Patricia entró en mi vida como un huracán. Así que intento vivir con arreglo a todo ello. Me gustaría decir que sigo siendo como a ti te gustaba que fuese, pero las personas cambian y yo no soy menos. No soy el mismo, bien lo sabes tu. Pero aun te quiero con todo mi corazón. Eso no nos lo puede quitar nadie. Puedo ser mas egoísta, alguién puede hacerme sufrir o querer, tanto da. Pero sigo queriendote. Y se que donde sea que te encuentras ahora, espero que un sitio mas feliz que este puto mundo, tu sigues pensado en tu amor por mi. Hay cosas mas grandes que el vacío, de verdad que las hay, ya te lo juré en su dia y sigo haciendolo, día tras día, hora tras hora.
Mientras escribo estas líneas, las lágrimas vuelven a llenar mis ojos y no tengo ganas de hablar. No tengo ganas de reir. No tengo ganas, simplemente no tengo ganas de algo que no sea pensar en ti y honrar tu memoria.
Siento la tristeza dentro de mi. Siento la mano de hierro coger fuerzas para intentar ahogar mi garganta. Pero sigo viviendo. Y tu conmigo. Somos dos.
Pero somos uno.