lunes, 9 de marzo de 2009

Amanecer Rojo

El RobotCasiHumano no puede dormir. Cada noche, durante largas horas, permanece sentado en su cubículo, todo metal y diodos, espectante. Si el RobotCasiHumano no estuviese dotado de una infinita paciencia, podríamos decir que desea que llegue la mañana y el mundo vuelva a ser mundo. Las horas no pasan rápidas ni lentas. Simplemente son grupos de minutos que a su vez están formados de segundos, que a su vez se descomponen en unidades mas pequeñas hasta llegar a una pequeña medida de tiempo equivalente a un pulso electrónico en el cerebro positrónico del RobotCasiHumano.

En esas horas de vigilia cibernética, el mundo parece diferente. Los demás duermen. El mundo está silencioso. No existe la oscuridad ya, solo una luz digital rojiza que inunda el mundo de los sueños, inalcanzable para el RoboyCasiHumano. Inasequible al desaliento, el RobotCasiHumano analiza el mundo, poco a poco. Ve el agua de los ríos fluir, las emisoras de televisión programar telereality y a los panaderos amasando lo que mañana será pan. Lo ve todo. Sin sentimientos, sin pensamientos. Simplemente, ve y almacena. Todo queda para siempre en su mente, compleja y fría como un iceberg de datos.

El RobotCasiHumano se sienta y pasa las noches observando. 

Quizá para siempre.

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