lunes, 20 de diciembre de 2004

Querida Patricia

Me gusta pensar que no estabas allí. Me consuela imaginar que no nos habrás visto llorarte como te hemos llorado, tu que siempre reías, que a todos nos hacías tan feliz. El otro día alguien me decía que eras un angel y yo ya sabes que no creo en ángeles, pero si existiesen es cierto que serían como tu.

Me gusta pensar que esa pequeña urna con tus cenizas no te contenía de verdad y no estabas allí. Seguramente estabas jugando, como siempre, en algún sitio muy lejos de todos nosotros y de nuestro horrible dolor.

Mi patito, tu me has hecho quien soy, y aunque el destino te haya arrancado de esta manera de mis brazos quiero que sepas que, como una vez dije, ya no hay Patri y Jesus, ni Jesus ni Patri. Seguimos siendo uno y solo uno. Te llevo conmigo allá donde voy.

Esta es mi carta final al amor de mi vida, a la cosa mas dulce que nunca conocí. Ya no temo a la muerte, porque se que me esperas. Un día te prometí: "siempre juntos" y lo pienso cumplir. Como me decías con voz somnolienta algunas noches cuando te despertabas y me abrazabas: "siempre, siempre, sieeempre juntos"

No quiero mas dolor. Soy lo que queda de ti en este mundo y te juro que viviré como me enseñaste a vivir: con alegría y disfrutando todo cada momento. Aunque ahora solo pueda llorar y llorar y llorar. No me mires. Mirame cuando ría...

El viernes se fue mi amor verdadero. Allá donde estes, te amo para siempre.

Te adoro, niñita.
Jesús Jerónimo.

No hay comentarios: