Querida Patri,
No me acabo de acostumbrar a la soledad de los fines de semana. Las semanas transcurren rápidas, inanes. Pero los fines de semana el vacío que has dejado en casa se me viene encima, me tortura. Busco tu sombra en los rincones donde has dejado tus huellas. Y te encuentro en cada centimetro. En tus fotos, en tus figuras de barro, en tu aroma que aun persiste.
Tus ilusiones diseminadas por un pequeño apartamento de Madrid. Y recordandome que mis ilusiones de vivir una vida feliz y plena de amor se fueron por el desagüe hace ya tres meses y medio. Se fueron contigo a ese sitio lejano en donde seguro que te encuentras y al que yo aún no puedo ir.
Pero esperame. Porque acabaré yendo a buscarte.
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