Hubo un tiempo donde una raza de hombres dedicaron su vida y sus horas de vida a deambular por los eternos senderos de America y Europa buscando una razón por la que existir. Intentaban entender qué quiere decir este mundo cruel. Eran tipos solitarios, huraños y seguramente pendencieros, dependientes del alcohol y de la caridad ajena, siempre dispuestos a sacar sus instrumentos y cantar sobre lo que se encontraban en sus paseos sin fin.
Eran tipos meláncolicos, siempre echando de menos a alguna mujer brumosa, perdida en la distancia de sus lugares de origenes o quizá directamente en los pozos de sus febriles imaginaciones. La verdad es que no importa demasiado. La melancolía e inocencia de estas personas, que fueron los únicos y auténticos vagabundos de la música, nos llega desde el pasado, hablando directamente a nuestros corazones y a nuestras almas. Admiro su coraje, no es facil dejarlo todo para ser exactamente quien eres.
Quizá nunca existieron, pero es dulce pensar en ellos. Y quizá, aún, tantos años despues, alguno siga paseando por alguna carretera, pensando lleno de melancolía.
Algún día volverán. Quizá cuando las flores surjan de nuevo....
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