lunes, 5 de abril de 2010

Pies Fríos

De noche. No es demasiado tarde, quizá cerca de la una y media de la madrugada. Paseo con prisa camino de casa despues de una noche de nada. Como todas las demas. Hoy me retiro pronto, ya no me quedan palabras que decir. No me quedan risas. Simplemente, estoy vacío. Por dentro y por fuera. 

Hay mucha gente por la calle Fuencarral. Es sábado noche, cerca de la primavera y las calles empiezan a estar siempre llenas. Me gusta esta calle, con sus portales oscuros, sus tiendas cerradas y ahora peatonal y agradable para el paseo. Tengo una sensación extraña estos días. Es como si nunca estuviese allá donde debería estar. Y ahora es una de esas. Simplemente lo se. No debería estar en Madrid. No es una cosa de esta noche: no debería vivir en Madrid. Ignoro por qué, pero se que debo salir de aquí.

Después, en el autobús nocturno, una chica se duerme en el asiento de al lado y hace unos ruidos muy extraños al dormir, suena como si un ratoncito estuviese comiendo algo duro dentro de su agujero de la pared. Miro a la chica. Efectivamente, parece un ratoncito, ahí acurrucada en su sitio. Me pregunto cuantos años debe tener. No mas de 19 o 20. Muy pocos. Y de nuevo la sensación de que no estoy donde debiera me atenaza la garganta. Me veo reflejado en el cristal del autobus. Un tipo normal con 37 años. Ni guapo ni feo. Ni alto ni bajo. Con cara de susto, eso sí. A lo mejor es por eso que tengo tantas ganas de ponerme a llorar. Pero lo evito y me trago las lágrimas: he llorado tanto en el bus nocturno en estos años de atrás que ya me da verguenza. Al día siguiente alguien va a decirme que yo no tengo derecho a hablar de tristeza. Pero eso yo todavía no lo se.

Al llegar a la parada de mi casa, como cada noche, me siento a fumar mi ultimo cigarro en la acera. Me gusta la calle donde vivo, vacía en la madrugada. Pasan coches o personas cada dos o tres minutos. El resto es silencio, solo roto por mi mismo, exhalando. Me enciendo otro cigarro, no quiero subir a mi casa, tan vacía de ti y oscura como una cueva. Pasa una chica y al verme se cruza de acera. Pienso en si pareceré uno de esos tíos de cerca de cuarenta que deambulan por las calles en la madrugada con la secreta esperanza de que una chica se la chupe en un portal oscuro. Quizá por eso la chica se ha cruzado de acera. Igual ya soy uno de esos. Apago el cigarro y me subo a casa. No quiero encender ninguna luz. Tu ya no estás, no tengo a quien despertar, he vuelto a dormir solo desde hace ya varios meses. Pero no quiero encender ninguna luz. Asi no tendré que verme la cara en el espejo: ya se lo que me va a decir esa cara.

Me despierto ya entrada la mañana. Hace Sol, mi habitación está preciosa llena de luz. Pero a mi no me importa. Tengo todo el día por delante para estar solo. Es domingo.

Y efectivamente, acabo estando solo todo el día. Sin embargo, algo ha cambiado. Sigo sin tener ni idea de lo que quiero. Pero ahora si que se lo que no quiero. Van a cambiar unas cuantas cosas en estos días.

"Yo solía ser el asesino, pero esta mañana me he transformado en cadaver"

P.S: Cielo Vacío cumple hoy ni mas ni menos que 8 años. 
Hemos sobrevivido los dos. Me pregunto por cuanto tiempo.





Cielo Vacio

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