Desde mi pantalla puedo ver un volcán en erupción. No tengo sonido, asi que me quedo un rato paralizado, mirando esas columnas de lava, deslizarse con lentitud aterradora por la falda de una montaña y modelar lo que encuentran a su paso. Pienso que dentro de miles de años alguién podrá decir que en esta montaña había un volcán tan solo analizando las rocas que forman la falda de la montaña. De esta manera este instante se hace casi eterno.
Me asomo a la ventana y un aspersor riega la hierba en el jardín, dando vueltas ajeno a todo lo que no sea girar, girar, girar, girar. El agua salta y cada impulso es diferente del anterior. La ligera brisa que sopla hace que el agua se distribuya uniformemente, obteniendo un precioso cuadro de desorden donde antes tan solo había una ordenada expulsión de liquido. Mañana hará calor y esas mismas gotas de agua se transformarán en vapor que subirá al cielo y lloverá sobre las cabezas de personas que están a mil kilometros de aquí. Así, mis sentimientos se extienden por el planeta.
En el cielo, las nubes persiguen al Sol, cronometrando sus pasos para que sus sombras sobre el suelo sean bellas. Las brumas que unen cielo y mar, transformandolos en un blanco horizonte, murmuran entre ellas y me hablan de la tierra al otro lado, contandome secretos y deslumbrandome con su luz cegadora.
Y si, es al mirar dentro de mi, cuando me doy cuenta de que ya casi nunca tengo frío.
suena: Bob Dylan "Political World"
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