Esta mañana me he sorprendido recordandote. Con alegría. Y sin dolor. Esta mañana tu sonrisa ha inundado mis sentidos. Esta mañana, mi casa olía a ti.
La otra noche soñé que no podía dejar de llorar. Lágrimas, lágrimas, llanto. No podía parar, parecía que me ahogaría en mi pena. Y así fue durante un breve instante.
Yo soy los dos. El que sufre y el que ama.
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