jueves, 15 de julio de 2010

SITN

La ciudad duerme. Son las dos de la mañana y Madrid sufre una de esas noches ardientes y descarnadas de casi todos los meses de Julio. Yo fumo apoyado en mi ventana, mirando a la calle, observando a cuanto desconocido se apresura camino de casa. Casi todos son chicos con pantalones cortos y pinta de estar absortos en algo. Es tarde, y la noche de calor da mucho que pensar. ¿Me parezco en algo a estos chicos cuando paseo por la ciudad? ¿Alguién me mira desde una ventana y se fija en mi ropa?

También pasa alguna chica solitaria. A algunas las miro desde lo alto y siento deseo por ellas. Son solo sombras, pero imagino a todas como mis novias, viajando por el mundo, compartiendo algunos secretos, risas y caricias. ¿Le pasará a alguna chica cuando yo paso bajo su ventana? ¿Me observan y se preguntan a que huele mi cuerpo o se imaginan que tipo de regalos de Navidad y cumpleaños les haría si fuesemos una pareja?

Al rato, se me ha terminado el cigarro. Y las ganas de mirar y de imaginar. Asi que bajo la persiana y me lavo los dientes. Me pregunto cuantas veces me habré lavado los dientes en mi vida, y sobre todo cuantas me quedan por lavarlos. Me pregunto cual de las dos cifras es mayor. ¿Me quedan menos de la mitad de lavados de dientes?

Por fin, ya metido en la cama y con mucho calor, me quedo tumbado mirando al techo. Mis inservibles ojos apenas me dejan ver nada. Da igual. No hay gran cosa que ver en el techo de mi habitación. Tengo puesta música, pero está tan suave que apenas puedo escucharla. Hoy será otra de esas noches en las que no puedo dormir. Y van muchas. Ya nunca puedo dormir.

Son las tres de la mañana. Y todavía no ha llegado el amanecer.

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