Los cielos se han puesto grises por primera vez desde que me dejaste solo y mi ánimo se ha puesto negro, negro, negrisimo.
Esta mañana me he levantado entre lágrimas. Y sigo entre lágrimas. A lo mejor me queda una vida de días con lágrimas. Días mejores y días peores unidos por un río de lágrimas. Porque me subleva esta injusticia, este absurdo destino que me ha tocado vivir. No hay razones para esto, lo sé, pero aun asi yo me empeño en encontrarlas.
Tengo momentos mejores, donde río y por un segundo olvido. Pero de repente mi cuerpo me recuerda lo que ha pasado, se pone a temblar y temblar y temblar. Y ya no puedo dejar de temblar hasta que el sueño se me lleva.
Y siempre quiero soñar contigo y nunca lo consigo. Y la gente se empeña en recordarme que ya no estás, que te has ido con intención de animarme.
Sin saber que esa es la idea que me aterra. Que ya no estés. Que te hayas ido de verdad. Que esto sea definitivo y no una separación temporal. Que nunca volvamos a hablar.
No soporto esto. No puedo con ello.
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