lunes, 21 de febrero de 2005

Palabra

No hacía aún ni tres semanas que nos conocíamos por email y ya estabamos enamorados. Se que suena extraño, pero asi son las cosas a veces. Nos escribíamos miles de mails y nos llamábamos cada vez que teníamos una oportunidad.

Yo ni siquiera sabía que aspecto tendría esta Patricia que me había conseguido enamorar con sus letras rosas y sus mails de colores, pero sinceramente me daba igual su aspecto. Solo quería que todo durase para siempre, para siempre, para siempre.

Así que una noche estábamos hablando por el teléfono sobre cual era la mejor manera de llamar a lo que había surgido entre nosotros. A mi no me gustaba el término "novio/a" por sobado y a ti no te gustaba "mi chico / mi chica". Entonces te propuse coger el diccionario, abrirlo por cualquier página y fuese cual fuese la palabra que apareciera, esa es la que usaríamos para referirnos al otro. Los riesgos eran altos, podría haber salido "plátano", "sidecar" o "devaluado".

Despues de colgar, estuve cenando un rato con mis padres y al volver a la habitación aun tenía el diccionario abierto encima de la cama, con aquella palabra todavía resplandeciendo en sus páginas y en mi mente.

Idilio.

Hasta en eso fuimos (somos) mágicos.

Te quiero.

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