miércoles, 26 de abril de 2006

De lo sublime y lo frágil...

Hay cosas en la vida que se hacen cotidianas, sin que a veces se repare en su inmenso valor para uno mismo. Cosas como ese cuadro que ilumina nuestro salón, esa película que hemos visto mil veces y que aun así nos hace ser felices por dos horas, amigos que están siempre ahí sin que nos demos cuenta. En definitiva, un sinfin de pequeños detalles y momentos que permiten que nuestra vida merezca la pena ser vivida.

Ainara LeGardon es uno de esos momentos. Uno sabe que en una tarde de domingo cualquiera siempre va a poder desempolvar uno de sus dos enormes discos y podrá sentarse a escuchar atentamente y dejarse llevar por su voz y su personal estilo de tocar la guitarra. Ainara transita entre fragilidad y aridez con una facilidad impresionante. Su voz sabe mostrarse sugerente, dulce y arisca en cuestión de segundos. Se le notan las horas de trabajo en su arte.

Otro de esos momentos viene cuando, aproximadamente una vez al año, coges tu coche y te acercas a Moby Dick (siempre entre semana). Unas veces hay mas gente y otras menos, coincide con partidos de Copa Europa o lo que sea, pero siempre está allí Ainara y su música y un grupo de músicos exquisitos. La pequeña familia de la que se rodea Ainara para regarlarnos otra de esas actuaciones eléctricas y frágiles.

De todos esos momentos en directo, quizá el de ayer fue el mas brillante. Un concierto corto e intenso, con Ainara rodeada del fascinante Carlos Torero, un genio de la percusión, un contrabajista impresionante (cuanto bien ha hecho al directo de Ainara la incorporación del sonido acústico y pesado del gran bajo) y un violinista que aparece solo cuando debe hacerlo. El gusto de Ainara es cada vez mas impecable, su manera de tocar cada vez mas personal y su voz cada vez mas intensa. Un verdadero privilegio poder estar ahí todos en silencio disfrutando de una ARTISTA que no hace mas que crecer y crecer y crecer.

La belleza de Ainara no es de este mundo. Es tan de otro mundo que no tiene comparación posible con otros músicos. Lo que está construyendo es tan grande y emocionante que aunque nunca se traduzca en un éxito masivo, siempre podrá uno pensar eso de "yo estuve allí". Podrá recordar sus abrazos cálidos al final de sus conciertos, la suavidad de sus ademanes, la cercanía de su corazón. Me emociona poder llamarme amigo de alguien tan bueno, en el mejor sentido de la palabra.

Y en el futuro, me emocionará recordar todos los momentos queridos que he pasado al lado de la bella Ainara y su música del corazón.

suena: Ainara LeGardon - Each Day A Lie

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