martes, 26 de septiembre de 2006

Revolución No. 9

Fue en segundo de EGB. Yo era un niño tímido y huidizo, permanentemente sumergido en mi mismo y temeroso de que los demás me recordasen lo que era cierto: era un gafotas. Mi visión siempre ha sido muy mala y ya desde que tenía cinco o seis años he tenido que llevar gafas o lentillas. Creo que además era el empollón de la clase, asi que aunque no me metía en problemas, tampoco se puede decir que fuese demasiado popular. Cuando eres un crío o juegas bien al futbol o no eres nadie. Y yo no jugaba bien ni al futbol (28 de septiembre de 2002) ni a nada. Siempre preferí no jugar: me imagino que tenía miedo de hacer el ridículo si perdía. Y las pocas veces que jugaba a la pelota, a las canicas, a la peonza...siempre quedaba el último. Nunca he sido mañoso y de pequeño posiblemente era directamente patoso.

En aquella clase, teníamos un profesor, don Gonzalo (en aquellos años todos los profesores eran don Algo), que nos decía que se comía a los niños. Se que era una broma, pero nosotros nos lo tomabamos muy en serio y nos infundía muchísimo respeto. Ninguno quería acabar en el plato del tal don Gonzalo. Seguramente no era una mala persona ni mucho menos, pero si era una persona recta y seria, uno de esos maestros residuales del regimen franquista, criado en las Juventudes Falangistas y con un ideario que él habría denominado "recto" cuando menos.

El caso es que don Gonzalo un día se puso a preguntar a todos los niños de la clase qué es lo que iban a ser de mayores. Y os podeis imaginar las respuestas: futbolista, astronauta, guardia civil (os lo juro), bombero, aviador, etc, etc...hasta que me llegó el turno a mi. Yo llevaba ya un rato pensando porque siempre había querido ser buzo. No se la razón, pero me atraía mucho la idea de estar metido en una de esas pesadas escafandras a cientos de metros bajo el mar. A lo mejor pensaba que ahi me iban a dejar en paz. Quien sabe.

Pero no fue eso lo que dije. Cuando me llegó la vez y el tronante don Gonzalo, que estaba disfrutando como un bebé con aquella sucesión de pretensiones infantiles, me señaló a mi, yo dije con voz muy bajita que quería ser revolucionario. Él se quedó pasmado y me dijo que lo repitiese. Cada vez mas nervioso, repetí que quería ser revolucionario.

Ignoro las razones que me llevaron a decir aquello. En aquella época leía muchos tebeos, asi que es posible que hubiese visto algo que me llamase la atención y por eso lo dijese, porque lo que si que aseguro es que en esa época yo no sabía lo que era la Revolución.

Me castigó al rincón. En aquel colegio uno no podía ser revolucionario. Podía ser futbolista, guardia civil o bombero, pero no futbolista revolucionario, ni guardia civil revolucionario ni siquiera bombero revolucionario. El apellido revolucionario estaba proscrito.

Como todos sabeis, no he sido revolucionario. Pero aquella tarde en aquel rincón de aquel colegio, me juré a mi mismo que me iba a convertir en el mejor revolucionario del mundo, fuese lo que fuese aquello.

suena: Centromatic - Monument Sails

No hay comentarios: