miércoles, 4 de diciembre de 2002

A veces el olor es tan fuerte que uno se siente morir. Sucede cuando el viento golpea sin piedad nuestras caras y nos trae el penetrante aroma del engrudo que ha llenado de negro nuestro querido mar. Aun me recuerdo absorto en la belleza de la costa hace tan solo unas semanas. Recuerdo mis ojos abarcando un horizonte de oscuro azul en la mañana. Y hoy todo eso se ve reducido a una colección de manchas negras, que no solo se adhieren a nuestras manos, sino que se pegan en nuestros corazones y atenazan nuestras gargantas.

El desanimo ha empezado a cundir entre mis compañeros. Esta mañana sorprendí a Miguel llorando en el otro lado del barco. Las lágrimas corrían por su cara manchada de negro - ¿ Y ahora que vamos a hacer ? - me pregunta y yo solo me puedo callar y mirar al mar, a esa mancha pegajosa que un día no hace mucho fue nuestro sustento. Pedro prefiere mantenerse en silencio y trabajar de sol a sol, intentado limpiar un mar que es mas grande que todos nosotros juntos...

Y mientras ellos discuten y discuten, se sientan a sus mesas y se insultan, echandose la culpa, lanzandose estupidas palabras que en cualquier caso a nosotros no nos sacaran del infierno en el que se han convertido nuestras vidas desde hace tres semanas. Lo unico que siento es que ese maldito barco no los arrastrara a todos ellos hasta el fondo del mar, sepultandolos en el silencio del oceano, en la oscuridad de lo mas profundo.

Trabajo mas de trece horas al día, intentando que el petroleo no manche nuestra querida costa. A veces mis esfuerzos por sacar la mancha del agua parecen nada mas que una estupida rutina, porque todos nosotros sabemos que esto no sirve para nada, que lo hemos perdido todo, que se ha terminado nuestra vida tal como era. Anoche en mi casa solo tuvimos patatas para cenar. Siempre me había gustado ese guiso que prepara Maria para nosotros, pero desde hace días todo sabe a fuel, a fuel, a fuel, a derrota...¿ Sabeis ? Aunque me siento mas cansado de lo que habia estado nunca, no logro dormir ni una sola noche. Mi cama huele a fuel, mis ropas huelen a fuel, hasta el aliento de ella ha empezado a oler a fuel.

Esta noche soñé que incendiabamos todo ese petroleo y el querido oceano se transformaba en una lengua de fuego aterradora. Me desperté temblando a la primera luz de la mañana y escuché a Maria llorando a mi lado. Ella también sabe que se acabó, aunque cada día,cuando nos despedimos en el puerto, me dice adios con un beso e intenta mostrarse fuerte y animarme diciendome que vamos a poder con esta maldita suciedad que se ha comido nuestros corazones...

Y todos los días mis lagrimas se mezclan con el fuel en el mar.....

suena: las terribles noticias que llegan de Galicia.


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