jueves, 27 de enero de 2005

Corazones

Dulce Patricia,

No puedo evitar pensar en tus últimos minutos. ¿Que pasaría por tu mente en esos momentos? A mi me gusta pensar que tras haber pasado toda la tarde hablando con tus amigas a quienes adorabas por teléfono y recibir mis regalos de la calle, se te llenó tanto tu corazón de amor que no pudiste aguantarlo mas...y allí te quedaste, calladita, monisima, queriendonos para siempre, siempre, siempre como decías tu. Posiblemente moriste de amor, preciosa. Justo de lo que te sobraba, porque querías a todo y a todos y a todas. Tus peluches, tus perfumes, tus amigas, tus hermanos, tu mami, tus libros, tus CDs, tu mayores, tus indigentes. Todo era tuyo, tuyo, tuyo. Tuyo de amor y no de posesión.

Y a nosotros nos dejaste tristes y solos y los colores, los colores que tanto te gustaban no son los mismos, pero yo siento que ahora somos mas uno que nunca y que donde voy, tu vienes. Y a quien miro tu miras y lo que me gusta, te gusta. Porque es la única manera que conozco de enfrentarme al terror de tu ausencia sin fin.

Me gustaría que mi vida futura fuese un regalo para ti. Dice Mauricio que eras de colores y yo creo que nadie te ha descrito tan bien. Eras puros colores. Mil veces me dijiste que a ti solo te gustaban las cosas bonitas. Esos son los regalos que quiero darte. Mil cosas bonitas y que todas se llamen Patricia.

Te quiero mucho. Cuidate donde estes. Que yo no te supe cuidar lo suficiente para mantenerte a mi lado.....

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