En aquellos tiempos yo vivía sumido en el estupor. Las ganas de vivir dentro de mi pujaban con una desorientación como no he conocido otra igual. No sabía que quería, sabía que necesitaba hacer cosas con mi vida, el problema era que no sabía cuales. Y me sentía completamente bloqueado.
En aquella época, daba largos paseos por la ciudad que cobijaba mi anodina existencia. Creo que llegó un momento en el que conocía cada baldosa de cada calle...y aun asi no me cansaba de esos paseos solitarios, en intimidad conmigo mismo. Por entonces pensaba que nunca necesitaría a nadie, y seguramente, en ese momento, nada había mas cierto. Me reservaba a mi mismo una vida de paseos circunspectos, lecturas entregadas y conocimiento musical egoísta.
Y de repente, un día cualquiera, ayer mismo sin ir mas lejos, me he encontrado con una vida en mis manos. Manos llenas de heridas, de alegrías y sufrimientos pasados. Con un espíritu flagelado pero inquebrantable, luchador, inexpugnable. Tengo mil proyectos, muchos años por delante y la sensación de que se me viene encima un invierno lleno de Sol y manos frías. Como a mi me gustan los inviernos.
Quiero llegue el invierno y encontrar en las calles la nieve. Creo que un día haré un muñeco de nieve, lo llenaré de huellas de esas manos rotas que tengo delante de mi y después me sentaré a fumarme un cigarro y ver como se derrite, llevandose heridas, cicatrices y demás quebrantos.
Y dejandome unas manos rojas y ateridas, llenas de las cosas que mas quiero.
suena: Two Gallants - Threnody in Minor B
No hay comentarios:
Publicar un comentario