viernes, 30 de enero de 2004

Libertad, Libertad, Libertad

Corren tiempos duros y tristes para nuestra democracia, puesta en fuga por los adalides del pensamiento unico. Durante esta semana, la AVT (Asociacion de Victimas del Terrorismo) se ha dedicado a difamar e insultar a una persona inocente, libre y honesta. Yo he visto La Pelota Vasca. Y me da pena que los reyes del artificio, de la manipulación y de la mentira hayan sido capaces de hacer creer a la mayoría adormecida de este pais que tan hermoso (aunque doloroso) documental es un alegato a favor del terrorismo, arrebatandole su condición de emocionado homenaje al dialogo y a la comprensión mutua.

Por eso, desde aquí y en apoyo a mi adorado Julio Medem copio su conmovedor comunicado de esta mañana. Ojalá algún día en nuestro pais se vuelva a respetar la libertad de expresión.

Muchas gracias por todo, Julio. La arrogancia de algunos mañana hará lo que sea para que sufras, pero en tus oidos deben resonar los emocionados aplausos de muchos otros por tu valentía y tu honestidad.

S:O.S

Han pasado cuatro meses desde el estreno de La pelota vasca, la piel
contra la piedra, en los que la consigna que más me he visto obligado a
decir (por alarma defensiva), es que el problema más grave del conflicto
vasco es ETA, que mi rechazo al terrorismo es rotundo, sin peros, y que
mi solidaridad y apoyo humano hacia las víctimas del terrorismo es
absoluto, sin precio y sin esperar nada a cambio. Pero hay quien piensa
que eso no es suficiente, que no les vale, y rechazan mi solidaridad
como si les manchara; me refiero, claro está, a algunos miembros de la
Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) que ha organizado una
manifestación a la entrada de la entrega de los Premios Goya para
protestar por la nominación de mi película, y contra mi persona. Por lo
visto habrá una pancarta con este lema: “Víctimas del Terrorismo contra
El pelota vasco, la nuca contra la bala”. Y además se repartirán
pegatinas con el lema: “No al Medem“. Sinceramente, esto ya es
demasiado, la injusticia de esta situación es ya puro delirio.

Esta es la primera vez que escribo en mi defensa tras el estreno del
documental en el Festival de San Sebastián. Deliberadamente preferí no
responder por escrito a la tormenta de puñales que cayó sobre mi,
especialmente desde los medios de comunicación de la derecha, y me
recluí frotándome el ánimo con la innumerable cantidad de mensaje de
apoyo, en su mayoría privados (comprendo perfectamente, tal y como pitan
los tiempos, lo comprometido de apoyarme públicamente). Pensé que ya
nada más podría pasarme con esta película, que lo peor ya había
ocurrido, y que la ceremonia de entrega de los Premios Goya podría ser
el punto dulce final (con o sin estatuilla) de toda esta horrorosa
experiencia.

Lo primero que quiero dejar claro es que, para mi pesar, ha habido
víctimas que no han querido participar en mi documental. Por ejemplo
Cristina Cuesta (presidenta de COVITE, Colectivo de Víctimas del
Terrorismo), y con ella, el conjunto de víctimas de su asociación. Es
más, se dio el caso que llegué a entrevistar a Consuelo Ordóñez (hermana
del concejal del PP asesinado por ETA), pero a los pocos días me llamó
para que no la incluyera en el montaje. También quiero recordar que en
mi película hay víctimas del terrorismo a las que les he dado un trato,
más que respetuoso, privilegiado. Personas que aceptaron mi
planteamiento de película polifónica, con una puesta en escena destinada
a invitar al diálogo y a las que no les importó compartir montaje con
personas ideológicamente opuestas. Es decir, que los miembros de AVT no
son las únicas victimas, aunque sí me parecen las más enfadadas y las
más politizadas, y las que se creen con el real derecho a identificar y
dar el marchamo de autenticidad al resto de las víctimas. En mi
documental las hay incluso de sus mismos colores, y de otros, pero son,
me atrevo a suponer, políticamente más independientes. No sé lo que
pensarán los miembros de AVT, por ejemplo, de Marixabel Lasa, que tiene
varios agravantes para formar parte de su coro. Por ejemplo, es la viuda
de un socialista que luchó hasta su muerte por el diálogo político como
vía para resolver el conflicto vasco. ¡Qué tiempos son estos en los que
“DIÁLOGO” se ha convertido en una palabra maldita! El otro agravante,
claro está, es que Marixabel Lasa (siendo socialista) es la presidenta
de la Asociación de Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco. No me
digas más, esas víctimas no valen, no están a la altura. Imagino
entonces que Cristina Sagarzazu, por ser la viuda de un Ertzaina
asesinado por ETA, como víctima en este caso sí nacionalista, se tendrá
que conformar con un territorio medio, un purgatorio. Además, a ella no
le ha importado compartir montaje paralelo con la mujer de un preso de
ETA (en viaje a la prisión de Huelva), ya que entiende que esto no
significa que se las compare o iguale moralmente.

Quiero reconocer mi especial debilidad por Eduardo Madina (el socialista
que perdió una pierna en un atentado de ETA). Su testimonio marca el
punto álgido, la cima moral de la película. Madina es un autentico
deportista del alma, precioso montañero de la buena fe que yo quiero
poner aquí como ejemplo contra tanta atrocidad político-mediática;
alguien, por ejemplo, que aún cuando ETA quiso matarlo poniendo una
bomba en su coche, es capaz de solidarizarse con Anika Gil, una víctima
de la tortura. Y como vergüenza recuerdo la forma en que esto es
recibido por la AVT, a los que sólo les molesta que con el testimonio de
Anika se está poniendo en duda la labor de la Guardia Civil. ¡Es que
ella tampoco es una víctima?… Se niegan a creerla, y se acabó. Daniel
Múgica es la víctima que les resultará más cercana, la más aceptable a
la AVT (y lo digo con mi mejor intención hacia ti, Daniel), ya que es el
hijo de un concejal de Leitza por Unión del Pueblo Navarro. Partido que
hace las veces del PP en Navarra pero que, por fortuna para mi película,
está fuera de la disciplina central y, libremente, aceptó estar en la
película. Recuerdo aquí que el Partido Popular se negó, yo diría que,
airadamente, a que ninguno de sus miembros fueran entrevistados para el
documental.

Quiero añadir aquí el caso de otra víctima del terrorismo que participa
como coproductora. Se trata de Mireia Lluch, la hija de Ernest Lluch, el
ministro socialista asesinado por ETA que se declaró abiertamente
partidario del diálogo. Mireia, a la que yo no conocía, me pidió ver la
película al enterarse que estábamos buscando financiación para
sonorizarla. El montaje ya estaba terminado y Mireia, tras la
proyección, me dijo que tenía una pequeña herencia de su padre, y que
estaba segura de que a él le hubiera gustado que ese dinero se aportara
para terminar un documental “tan necesario” (esas fueron sus palabras).

Las personas que rechazaron su participación, se trata de víctimas, han
sido las más duras contra mi documental. Ya desde la semana previa al
estreno en el Festival de San Sebastián, declararon su rechazo a la
película sin haberla visto (dieron por buenos los comentarios de Gotzone
Mora e Iñaki Ezkerra) e intentaron impedir que se estrenara pidiendo a
Odón Elorza que la retirara. Si el alcalde hubiera sido del PP, mi
película hubiera tenido graves problemas para nacer. Se han estado
cebando a placer contra mi persona, contaminado mi imagen, … y yo no he
podido responder con un mínimo de dignidad, como lo habría hecho si eso
procediera de personas en una situación vital “normal” (no amenazadas).
Es más, mi dignidad me ha hecho establecer un código de respeto a favor
de ellos, que dice que mientras una persona esté amenazada de muerte por
pensar de una determinada manera, yo, aunque piense de forma
radicalmente distinta, no me siento capacitado éticamente para
criticarle. Esa discusión de igual a igual queda postergada (aunque,
sinceramente, no me quedan ganas de emplazarles para cuando ETA
desaparezca, que por supuesto deseo que ocurra cuanto antes).

Mi pecado capital parece que consiste en que el documental no trata
exclusivamente del sufrimiento de las víctimas del terrorismo. El resto
de mis pecados derivan de este, ya que si en mi película reconozco y
someto a debate la existencia de un problema político, según ellos estoy
justificando el terrorismo, a parte de dar apoyo logístico al Plan
Ibarretxe. Además resulta que soy incómodamente criminalizable, ya que
me declaro no nacionalista; habrá quien piense que esta declaración me
hace menos malo, pues yo no lo digo por eso, ya que existe el
nacionalismo plural y no violento, lo conozco. Como también, y así se
critica en mi película, existe el nacionalismo que pretende homogeneizar
“al que se queda dentro y expulsar al diferente” (Imanol Zubero), o son
ciertos los orígenes xenófobos de Sabino Arana (Iñaki Ezkerra, Joseba
Arregi e Iñaki Villota), o la inacción de la Ertzaina con la Kale
borroka (Teo Santos), o a la falta de “gestos inequívocos de ayuda y
solidaridad hacia las víctimas” por parte del nacionalismo (Iñaki
Gabilondo), o que el PNV aún no se ha hecho cargo,”de que el sufrimiento
del no nacionalista es su sufrimiento como gobernante” (Felipe
González). Aún así, para los miembros de la AVT, me he quedado corto, ya
que no he sido capaz de criminalizar al nacionalismo con la brutalidad
con la que lo hacen ellos, y no he dejado claro que el peor de los males
políticos de España (después de ETA) es el PNV; incluso en mi película
puede dar la sensación de que es el PP (siempre después de ETA),
sobretodo si no ha querido estar dentro para explicarse, o defenderse.

Alguien cercano (a quien escuchen y quieran) debería decir
comprensivamente al oído de cada miembro de la AVT, que el hecho de ser
víctimas de ETA no les da más razón política, o ideológica, y mucho
menos licencia para insultar, calumniar o amargar la vida de todo aquel
que no piensa como ellos. Sí, alguien que les quiera de verdad debería
ocuparse de ir rebajándoles las llamas del odio y el resentimiento, para
evitar que su almas, corazones y mentes se perviertan irreversiblemente.
Pero me temo que la gente que les rodea, o está ya muy envenenada, o son
los auténticos marcadores y guardianes de esas consignas unionistas,
patrióticas con las que esta España refranquista se vuelve a sentir
Grande. Alguien debería alarmar a los miembros de la AVT de que desde
algunos centros de autoridad se les están insuflando ciertas dosis de
absolutismo. Mi gran insuficiencia ante ellos, y por lo que se permiten
insultar a mi película y a mi de manera intolerantemente macabra, es
ofrecerles todo mi apoyo y solidaridad humana por su situación personal,
pero no la razón. Lo siento pero eso ya es mucho pedir, sobre todo
cuando compruebo cómo se les está utilizando políticamente; pienso que
el PP ha hecho de esto su plato favorito en este aterrador banquete en
el que, a este paso, de nuestra querida democracia no van a dejar ni las
sobras.

Tras la entrega de los Goya del año pasado, varios colectivos de
víctimas, junto a Fernando Savater (que también declinó participar en mi
película), criticaron con dureza a “los del cine” por el hecho de que
espontáneamente algunos premiados dijeran “no a la guerra”, cuando en
las anteriores ceremonias no habíamos dicho “no a ETA”. Como si el decir
“no a la guerra” conllevara no dar la importancia que merecen los
atroces asesinatos de ETA, o faltáramos al respeto a aquellos que están
amenazados por la banda terrorista. Aquello fue utilizado políticamente
para desacreditar y poner en entredicho la moral antibelicista de “los
del cine”, con la vil argucia de que no vale su no a la guerra puesto
que nunca han dicho no a ETA. ¿Alguien cree verdaderamente que hay algún
académico que no está en contra de ETA?… Recuerdo las acusaciones que la
prensa más reaccionaria hizo contra Javier Barden, y en general contra
todos los que nos manifestamos contra la guerra, espontáneamente o a
través de la Plataforma Cultura contra la Guerra. Parecía que cuanto más
alto dijéramos no a la guerra, más cerca estábamos de los etarras.

Ya han dicho los de la Asociación de Víctimas del terrorismo que en la
ceremonia de entrega de los Goya de este año quieren cambiar el no a la
guerra pasado por el no a ETA, y que van a entregar pegatinas a la
entrada. Saben de sobra que nadie se va a atrever a rechazar ponerse una
pegatina en la que ponga “ETA NO”, primero porque todos estamos de
acuerdo, pero, y teniendo en cuenta la presencia masiva de medios de
comunicación, ¿a qué tamaño va a quedar reducida la espontaneidad,
independencia, o libertad que se le presupone a este tipo de
declaraciones en una entrega de premios?… Y yo… ¿qué hago poniéndome un
“ETA NO” de manos de alguien que llevará un “no a mi persona”?… Sólo
diré que en una situación de absoluta libertad, sin coacción, me lo
pondría encantado. Pero esta pesadilla que me espera no es el caso.

Lo que me resulta más surrealista es cómo reaccionaran mis compañeros
cuando una víctima del terrorismo le ofrezca una pegatina con el “No al
Medem”. Eso no quiero verlo, y, si alguno pasa accidentalmente por
delante de mis ojos, por adelantado les prometo que haré el esfuerzo de
autosugestionarme, para creerme que no lo he visto. Esta iniciativa es
lo más vil y canalla que me han hecho nunca.

Y va a haber velas a mi paso para recordarme los más de 900 asesinados
por el terrorismo, ¿y yo que hago entonces…enciendo una vela? No
querrán. Ya me han juzgado y condenado al desfile de los manchados de
sangre, de los que cuando viajen por España corren el riesgo de que
otros españoles le indiquen con el dedo (como sospechoso de lo peor), a
ser carne de cañón de esta linda prensa que nos está creciendo. Entonces
qué… ¿les miro a la cara con un gesto de cariño (pensando que ojalá ETA
no hubiera existido nunca)?… lo van a rechazar. ¿O intento adivinar en
sus ojos cuántos han visto la película?… Lo mejor es que cierre los ojos
y recuerde la ovación final del público en el Festival de San Sebastián,
y sobre todo el abrazo entre lágrimas de emoción y agradecimiento que
recibí de Daniel Múgica (el hijo del concejal de UPN asesinado por ETA).
Pues sí, también aquí podría abrazar a alguien, si me dejaran, me
gustaría… Nadie me va a dejar, tampoco, que le hable cariñosamente al
oído; además, corro el riesgo de que me pongan una pegatina de “No al
Medem”.

¿Qué hago?… Ni siquiera les va a hacer ilusión que les dedique el Goya
(si es que me lo dan). No tengo nada que hacer, sólo aguantar el día más
injusto y desmoralizante de mi vida ¡Socorro!


Julio Medem

29 de enero de 2004


suena:un silencio atronador... -

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