lunes, 14 de junio de 2004

Naúticos

Con este solecillo que hace uno no puede por menos que a veces abandonar el propio puesto de trabajo do se gana las lentejas y subir a pasar unos momentos en compañía de un cigarrito (soy el fumador esporadico mas enganchado que conozco) y su propia soledad. En el último piso de la jaula a la que la mayoría de mis compañeros llaman pudorosamente "la oficina" tenemos una agradable terracita en la que es posible ligar unos rayos de Sol a cualquier hora del día. Por el establecimiento corre el rumor (por confirmar) de que es posible ligar también con las muchachas de la Unidad Telefonica, que hastiadas de escuchar las astracanadas de nuestros clientes suben en bloque a descansar un ratito. Un servidor de ustedes no ha sido afortunado a ese respecto, por lo que se suele conformar con pasar unos minutos alli cada día y tratar de pasar desapercibido.

Hallábame allí, tranquilamente distraido en ensoñaciones sobre premios de la Primitiva y una supuesta vida de asueto al Sol en cualquier playa del Caribe (me conformaría con el Meditarreneo en caso de que no fuese un primer premio) cuando mas que llamar la atención de mis sentidos, la han secuestrado los naúticos azules de un compañero de trabajo que no me cabe duda que de haber tenido mas oportunidades en el mundo de la farandula habría sido el asesor de imagen de Rappel, tal es su canon estético.

Y ha sido allí, en ese momento cuando he comprendido cual es la plaga que mas años lleva asolando estos lares: los nauticos de colores. Los muy malandrines en mas de una ocasión han parecido desaparecer de la faz de nuestro sufrido pais, pero en cuanto te descuidas llega el verano y empieza uno a verlos por todas partes. Lo mas seguro es que sean el objeto mas horripilante que uno pueda ver en una ciudad cualquiera en un momento cualquiera.

Y al aire de estas profundas meditaciones he recordado mi etapa prepuber, en la cual mi amantisíma madre se empeñó en conseguir que su retoño vistiese "como Dios manda", segura de ser ella la receptora de clarisimas instrucciones por parte del Supremo Hacedor al respecto de cual ha de ser el aspecto de un adolescente si quiere pasar por alguien respetable.

Uno, que siempre ha seguido el 4º mandamiento (que reza Honraras a tu padre y a tu madre) salvo en los casos en que las indicaciones maternas le tocaban de cerca la fibra sensible, empezó a vestir pantalones de pinzas y nauticos que habrían sido la envidia de cualquier cachorro de los que llenan la calle Genova cualquier domingo de elecciones, aun en el caso de que el PP pierda.

Tengo una foto donde aparezco orgulloso portando el premio que habia ganado en una competición de tenis de mesa y vistiendo un atuendo tan perfectamente patetico que bien podría llamarme Alonsillo y haber sido recientemente trincado en un pais europeo conduciendo un Porsche a mas del limite de velocidad. Nunca perdonaré a mis progenitores su insistencia en hacerme aparecer en sociedad como un fantoche y de hecho siempre he pensado que mi natural inclinación a la extravagancia en el vestir y en el comportarme no puede ser sino una reacción freudiana a tan desgraciadas imposiciones por parte de mis ancianos padres.

Asi que, fieles lectores, ya lo sabeis. Desconfiad de los portadores de tan desagradable calzado, es seguro que alguien les debe estar manipulando para que se atrevan a portar tan indecorosa vestimenta.

Cuidadito con el Sol. A las pruebas me remito.

suena:Big Bad Vodoo Daddy - The Boogie Bumper

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