Me miro al espejo continuamente estos días, está versión mía nunca afeitada. Me veo gordo y delgado, cara de triste y de féliz. Me voy estropeando, como no, tengo ya 34 años por mucho que me cueste aceptarlo. Me salen arrugas y despues se me quitan. A veces, el espejo me devuelve unos ojos brillantes, llenos de lágrimas, otras veces, como esta mañana, ojos rojos de insomnio, de dormir mal.
Y si miro aún mas dentro, la incógnita es mayor. Es como si me acabase de encontrar a mi mismo y me estuviese intentado conocer...pero siempre me sorprendo. Puedo hacer reir a la gente y de repente mi vena sádica decide que ha llegado el momento de hacerles llorar. Si yo lloro, que lo haga todo el mundo... menudo cabrón estoy hecho.
Eterno solitario independiente, siempre buscando, siempre sin encontrar. Y de repente me noto frágil y necesito alguien que me de cariño y me diga que soy un encanto. Volver a casa y encontrar que me están esperando. Hoy solo me esperan mis discos, mis libros y la oscuridad de cualquier piso en días de sol. Me pongo a tocar la guitarra, que cada vez suena peor, canto cada vez con voz mas rota, maldito tabaco. Puedo ser sociable, hablar sin parar...y de repente me invade la timidez y me niego siquiera a mirar a determinadas personas.
La duda es: ¿no me conozco o es que simplemente no me reconozco?
suena: Nat King Cole - Aquellos Ojos Verdes
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