Son las siete de la mañana y mi corazón late despacio. Tic. Tac. Tic Tac. Me despierto sin saber realmente donde estoy, hasta caer en la cuenta de que duermo solo en la cama de siempre. El reloj al lado de mi cama sigue latiendo al ritmo de los segundos. Tic. Tac. Tic Tac. Me doy una ducha despacio, con poca agua y mucho jabón, pensando en el día que se viene por delante. Cuando, despues de vestirme entro al baño a revisar mi aspecto en el espejo, me doy cuenta de que he dejado ligeramente abierto el grifo de la ducha, que gotea intermitente. Tic. Tac. Tic Tac.
Viajo en un Metro atestado, pero sorprendentemente no huele mal. Huelo a sueños, a mañanas, a café y remotamente a desodorante. El vagón se bambolea de un lado a otro, emitiendo un crujido rítmico. Tic. Tac. Tic Tac.
Me siento en mi oficina, frente a mi ordenador y reviso algunos números. El Sol entra a veces por la ventana y se refleja por la pantalla. No veo bien, pero no me importa. El Sol es mejor que lo que muestra, así que por un instante me recreo mirando mi imagen reflejada. Mi compañero de mesa, absorto en algún informe, mueve sus pies ritmicamente. Si, otra vez. Tic. Tac. Tic Tac.
Cuando acabo mi jornada laboral, ya casi es de noche. No consigo recordar con claridad nada de lo que hecho en el día y me siento muy cansado. Aun así, me arrastro como puedo a un centro comercial y me compro un par de calcetines, un libro de cocina oriental que probablemente nunca usaré y dos botellas de cerveza para beber despues en casa. Decido regresar andando a pesar de lo cansado que estoy. Por el camino, las botellas se mueven dentro de la bolsa y entrechocan entre ellas. Tic. Tac. Tic Tac.
Por la noche, de nuevo en mi casa tras un día agotador, cierro los ojos. Y siento mi cerebro funcionar, cada conexión neuronal encenderse. Y empieza de nuevo. Tic. Tac. Tic Tac.
Como el rumor de una vida pasando.
suena:Wilco - Reservations
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