Hace hoy cuatro años yo estaba en Milan. Un Milán duro y veraniego, lleno de fans, a punto de asistir al último acto europeo de Bruce Springsteen acompañado de la mítica E Street Band. Ya he contado en algun momento esta historia, asi que prometo no repetirme. Por muchas ganas que tenga. Fue un gran fin de semana, rodeado de amigos, de abrazos, de besos, de risas y de kilómetros en coche y en avión. Aquella noche, cuando Springsteen y sus amigos (los nuestros) cerraron el show nos prometimos ir a muchos mas shows, donde quiera que fuesen. Verle una y mil veces mas.
Al día siguiente, 29 de junio, regresamos todos juntos a Barcelona y esa era la noche Rolling Stones. Yo estaba muy nervioso, porque por unos u otros motivos nunca había estado en un show de los Stones. Fue un gran concierto también. Allí metidos en medio de esa tremenda marabunta disfrutamos de una cálida noche de rock and roll. Y nos prometimos que si había una futura gira de los Rolling (siempre parece la última), allí ibamos a estar.
La historia es una amante traidora que cuando menos te lo esperas te apuñala por la espalda. Ella falleció tragicamente pocos meses despues y ya nunca podrá volver a ver ninguno de estos artistas. Se fue como llegó, digna como el viento y suave como la brisa.
Y yo he vuelto a ver a Springsteen muchas veces desde entonces...y esta noche cerraré el ciclo volviendo a enfrentarme a Mick & Keith. Y mi vida se ha colocado de otra manera desde aquellos acontecimientos y han pasado ya muchas lunas desde que ella cerró sus ojos...
Pero yo he pensado en cumplir promesas. Y como donde yo voy va ella porque solo su cuerpo se ha marchado, esta noche cerramos promesas. Estará allí conmigo. Siempre a mi lado.
Soy lo que soy. Y lo que queda de ella en este mundo es yo. Y no falto a su memoria. Jamás.
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