miércoles, 29 de agosto de 2007

Ruidos

Una noche me miró a los ojos, se sonrió a medias y me dijo que yo aún era un niño y había muchas cosas que jamás llegaría a entender. En ese momento me inquietó mucho, pero con el tiempo, cuando ella ya se había marchado para nunca regresar, me di cuenta de que tenía razón. Mi cerebro se nuega a admitir determinadas realidades y para ello se cobija en una bisoñez muy similar a la de un chaval de siete años.

Puede que ella no fuese la mas sabia del mundo. Pero desde luego que podía atravesar tus ojos y sentarse en los rincones de tu cerebro a contemplar tus secretos mas íntimos. Sin crítica, sin mordacidad, sin curiosidad. Era simplemente, lo que ella hacía.

Esta mañana, cuando me estaba afeitando, la luz de la primera mañana se reflejaba en mi espejo y yo pensaba en el Sol que nos acompaña a todos cualquier día del año.

Hay veces que me siento hermano de todo el mundo.

suena: The Freewheelin' Tornados - Acapulco Gold

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