viernes, 11 de octubre de 2002

Saliendo de la puerta de atrás de casa, era posible ver un paisaje asombroso. Las montañas a lo lejos, refulgían cargadas de nieve en invierno. Parecía que estuviesen a miles de kilómetros y que no había entre ellas y yo nada mas que llanura y llanura. Me gustaba pensar que era así, aunque sabía que en realidad solo había 20 kilometros hasta las primeras estribaciones. Mi padre pasaba las mañanas absorto observando aquellos picos lejanos, como esperando que pasase algo.


Yo era bien pequeño, no tendría mas de cinco años cuando aquel hombre se presentó en casa. Mi padre le recibió con indiferencia, como si no le conociese de nada. Estuvieron horas encerrados en el comedor, y a veces sus voces salían de alli y discutían con vehemencia sobre algo que no alcance a entender. A mi me entraba ya hambre y ganas de que alguien me hiciese caso, pero me daba miedo entrar al comedor e interrumpir la conversación de los dos hombres. Asi que me sente en las escaleras de la puerta y esperé, esperé, esperé......Subitamente me desperté porque mi padre, con la rudeza que le caracterizaba, me golpeaba con el pie para sacarme de mi sueño. Cenamos en silencio, mi padre con su eterna mirada perdida y yo devorando las judias verdes frías que habían sobrado de la comida. Silencio total. Despues, recogimos la mesa y yo, sin decir nada mas me fui a mi cama.

Y aun hoy me sigo preguntando quien sería aquel extraño y que efecto causó su visita a mi padre. Pero desde entonces no puedo ni probar las judias verdes. Las odio.

suena: Surfin Bichos "Atraccion Planetaria"

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