miércoles, 20 de febrero de 2008

Ventanas

Cuando me asomé a la ventana, ella ya se había marchado. Llevándose consigo un año de ilusiones y ausencias, un par de mis jerseys y la mayor parte de mis ahorros. Quizá fue entonces cuando caí en la cuenta de que no había nada que hacer: lo nuestro estaba irremediablemente perdido desde el mismo momento en que nos conocimos.

Ahora vivo (y bebo) solo en una pequeña ciudad de mar. Apenas tengo dos o tres conocidos a los que saludo, manteniendo siempre las distancias. Y sentado a mi aire, sueño con un futuro mejor que se que de todas maneras no vendrá.

Y en ocasiones el pasado me asalta, traicionero y negro, recordándome que un día supe volar....

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