Cuando vivía en casa de mis padres, en mi habitación tenía la clasica mesa de estudio. Siempre había un montón de cosas encima de aquella mesa. Discos (joder, aquellos LPs de tamaño glorioso), libros, revistas, propaganda, lapices, mecheros...mil cosas de todos los dias que dejaba encima. Cada cosa que dejaba en esa mesa, se quedaba semanas o meses en el sitio donde caía, pero yo siempre sabía exactamente donde de aquel inmenso batiburrillo de cosas estaba el Lp de los Tubes, el libro de Sanchez Ferlosio o el rotulador fosforescente, asi que jamas tenía problemas para encontrar las cosas.
Mi madre se empeñaba en protestar porque segun ella siempre tenía la mesa "muy descolocada" y de vez en cuando se embarcaba en su propia cruzada para ordenarla. Su labor se reducía a mover todos los objetos que encontraba en la mesa y alinearlos de manera que quedasen paralelos a los bordes de la mesa. La mesa no era completamente rectangular sino trapezoidal, por lo que a veces tenía que hacer verdaderos malabarismos estéticos para poder salir con una sonrisa satisfecha de la habitación y decirme su frase: "te he colocado la mesa, que estaba hecha un asco". La pena es que cuando salía de allí no recordaba donde había puesto nada y por supuesto yo no lo encontraba tampoco. Cuando me enfadaba con ella en alguna de esas ocasiones, siempre me contestaba lo mismo: "...si no tuvieses todo tan descolocado..."
En este país sucede lo mismo. Empezamos a no distinguir el orden del paralelismo.
suena: Van Morrison "I Forgot That Love Existed"
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