viernes, 10 de octubre de 2003

El Sol

Aquella mañana al despertarme, tuve una sensación extraña. No creo poderla definir, pero me imagino que no demasiado diferente a cuando uno SABE que se va a poner enfermo, pero no es capaz de localizarse ningun dolor. Simplemente una especie de vacio en el estomago. Me di la vuelta y dormi un rato mas.

Inutil. Al cabo de poco tiempo, la misma sensación, acrecentada si cabe, me volvió a despertar. Me quedé tumbado boca arriba, mirando los rayos de luz que entraban por las rendijas de la ventana. Tengo muchas dioptrías, si al despertar entorno los ojos húmedos por el sueño, consigo ver un caleidoscopio flotando entre las brumas de mi habitación sin demasiado esfuerzo. De hecho, siempre me he preguntado si la gente que ve bien puede percibir el juguete de colores que vive agazapado entre nuestras persianas. Tal vez algún dia me acuerde de preguntarselo a alguien.

Entonces caí en la cuenta. Mi mano. Era mi mano. Ya no estaba. Mi mano derecha no estaba en su sitio. No había ni un corte, ni dolor, ni nada de nada. Simplemente había desaparecido. Se que suena extraño, pero es lo que había. Me incorporé un poco asustado y entonces la vi allí, tirada en el suelo junto a la cama. Por un momento tuve la tentación de recogerla e intentarla poner en su sitio habitual, pero no me moví. Sabía que no serviría de nada.

Creo que nos quedamos mucho rato asi, mi mano tirada en el suelo y yo mirandola fijamente. No sabría deciros en que pensaba yo, pero creo que lo único que me molestaba verdaderamente en ese momento era tenerme que haber despertado tan pronto....odio madrugar.

suena: Calexico "Crooked Road and The Briar"

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