A mi lado en el metro se sientan un chico y una chica y empiezan a discutir. Por encima del ruido de mis walkman (no en vano estoy escuchando a los mismisimos Sonic Youth) me llegan ecos de acusaciones, improperios e incluso algún insulto encubierto (te has portado como un idiota, exclama ella en un momento de excitación...). Mientras hago esfuerzos por concentrarme en mi libro y mi música, ellos se lanzan una andanada tras otra hasta que por fin y de repente, en una estación, él se levanta y se baja del vagón. Ella se queda de repente muy quieta y callada mientras suena la sirena, se cierra la puerta y el tren se vuelve a poner en marcha. Indudablemente, no esperaba esta reacción del chico.
El tren entra rugiendo de nuevo en la oscuridad del túnel y miro a la chica a los ojos. Están húmedos. Me siento obligado a hacer algo, pero solo me sale una sonrisa estúpida que a ella no le arregla nada. Se queda parada en su sitio, mirando al vacío y preguntándose a si misma si la cosa tiene arreglo. Es en ese momento cuando me acuerdo de una serie de un angel de lo mas cursi que había en la tele y siento que me gustaría ser como él para arreglar los problemas de la gente. Llega ya mi estación, asi que me levanto y entonces me acuerdo que llevo mi libro de El Guardian Entre el Centeno en la mochila. Lo saco rapidamente y se lo tiendo. Ella me mira sin decir palabra y sus ojos me miran extrañados. Entre sus lágrimas sonríe y coge el libro de mi mano. Se abren las puertas y yo me bajo del tren, dirigiendome a la salida sin mirar atras.
Entonces es cuando oigo su voz gritando desde la puerta del vagón: "Gracias!!!". Yo no me doy la vuelta ni aún asi, pero esa noche, cuando estoy en la cama y me acuerdo de la chica, me alegro de no ser ese angel tan hortera de la sobremesa del domingo.
suena:Otis Redding - These Arms of Mine
No hay comentarios:
Publicar un comentario