De nuevo nos encontramos con Dylan a lo largo de este fin de semana. De nuevo por dos veces. Y de nuevo, demostró que un concierto suyo puede ser lo mejor y lo peor. Porque el sábado en Villalba supo reinar ofreciendo un concierto intenso, melódico y arrasador. En medio del cada año mas agradable Viajazz (una cita ineludible ya para el aficionado madrileño por comodidad, precios, organización y ambiente) Dylan y su banda navegaron por un repertorio basado en los 60 con un sonido cálido y perfecto. Todo funcionó a la perfección en la noche madrileña, el público, el clima y la música. Hasta los fuegos artificiales que dieron por terminado el show parecieron venir a cuento. Summer Life.
Anoche en Valladolid, Dylan insultó a su público con un sonido infumable, atroz, impenetrable que impidió disfrutar de cualquier cosa de un concierto que pareció tan bueno como el del día anterior desde abajo del escenario, pero que se nos escapó entre los dedos por no poder apreciar nada de lo que estaba sucediendo en el escenario. Cierto es que el recinto no acompañaba. Cierto es que los pabellones deportivos no son el medio natural del rock and roll. Pero es hora de empezar a exigir a los artistas que respeten a su público y a ellos mismos. Que lleven profesionales de sonido competentes, que preparen y revisen los recintos antes de llevar allí las giras. Una imagen: ayer al entrar al semivacío pabellón Pisuerga encontramos al técnico de sonido jugando al solitario en el PC. quizá debería haber estado pendiente de otras cosas. En resumen, una de cal y una de arena.
Mención aparte para el grupo de personas que nos juntamos para ambos conciertos, sin duda lo mas grande de todo el fin de semana.
suena: Bob Dylan - As I Went Out One Morning
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