Acude a la puerta, mamá y quita la cadena,
pasaba por aquí y me ha sorprendido la lluvia.
No hay nada que quiera, nada que me tengas que decir,
tan solo deja que me tumbe un rato y me marcharé.
No era mas que un crío cuando me pusisteis en el Southern Queen.
Con la policía tras mis talones llegué hasta Nueva Orleans.
Luché en los muellespara ganar algo de dinero,
supe que la lucha era mi hogar y la sangre mi mercado.
Baton Rouge, Ponchatoula y Lafayette
me pagaban mi dinero, mamá, y yo tumbaba a los hombres.
Si, hice lo que hice, y me salía facilmente.
El contenimiento y la piedad siempre fueron extraños para mi.
Luché con el campeón Jack Thompson en un campo embarrado
la lluvia atravesaba la tienda y se mezclaba con nuestra sangre.
El el asalto doce, deslicé mi lengua sobre mi mandibula rota
me cerní sobre él y aplasté su cuerpo contra el suelo.
La campana sonaba y sonaba y aun así, yo continué
hasta sentir mi guante de cuero deslizarse entre su carne y el hueso.
Y las mujeres y el dinero venían rápido y perdí el sentido de los días.
Las mujeres rojas y el dinero verde, pero los números eran negros.
Luché para que hombres con traje de seda pudieran apostar
y de todo ello me llevé mi parte, mamá, no tengo remordimientos.
Participé en una pelea amañada contra el gran John McDowell
y desde arriba a lo lejos me vi a mi mismo caer
mientras levantaban su brazo, mi estómago se retorció
y el cielo se oscureció.
Llené mi bolsa con su buen dinero, mamá, jamá miré atras.
Entiende, mamá, que al final todo hombre participa del juego
y si conoces a alguno diferente, dime su nombre en alto.
Mamá, si es mi voz la que no reconoces
tan solo abre la puerta y mira en tus ojos oscuros
no te pido nada, ni un beso ni una sonrisa
tan solo abre la puerta y deja que me tumbe un rato.
Ahora cae la lluvia gris y mis días en el ring han terminado
asi que en los campos de trabajo y los valles,
me enfrento a todos los que vengan:
si eres un hombre mejor que yo acercate a la línea,
enseñame tu dinero y confiesa tu crimen.
Asi que no hay nada que quiera, mamá, nada que tengas que decir
dejame tan solo tumbarme un rato y me pondré en marcha de nuevo.
Esta noche en Stockyard, un hombre dibuja un circulo en el barro,
me muevo hacia el centro y me quito la camiseta.
Le estudio mirando sus cortes, sus cicatrices: el dolor,
mamá, ni el hombre ni el tiempo lo pueden borrar.
Me muevo rapidamente a la izquierda y le golpeo en la cara.
suena: Bruce Springsteen - The Hitter (de Devils & Dust)
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