El otro día estuve repasando No Direction Home, el genial documental de Martin Scorsese sobre la ascensión al santoral rockero de Bob Dylan, el único genio auténtico que ha dado la música popular del siglo XX.
En el documental, cuando se habla de las influencias que tuvo el viejo Bob al comienzo de su carrera, se mencionan muchos nombres: Odetta, Bobby Vee, Woody Guthrie. Y de paso, se da cuenta de las andanzas por el Greenwhich Village de todos esos adorables locos, comandados por Allen Ginsberg, que vivían por y para ser diferentes.
Me di cuenta que en aquella época la música era algo muy diferente. La manera de percibirla, vivirla, comerla, olerla y tocarla: aquella gente era la encarnación de un espiritu que ya ha muerto. La música por la música. Los sentimientos por los sentimientos. Sin aditivos ni colorantes. Querían vivir.
Y vaya si lo hicieron. De paso nos regalaron a los simples mortales una pila de obras inmorales. Y posiblemente inmorales. Lo cual es genial.
suena:Bob Dylan - Love Minus Zero/No Limits
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